domingo, 23 de febrero de 2014

Alejandro Milton Weeb Joyner


Febrero

Por y para Martha Morán, siempre agradecido

Las horas corren sin pausa, vida fluye entre ellas entretejiendo el paso abrumador de años en fragmentos de minutos como mosaicos en colores pálidos, sin luz alumbrada, ni en partos de horas. Te vivo despierto y descorro el obscuro de la ventana. El sol de lleno llueve sobre mi vida, me invade en hilos de colores. El mundo que habito se transforma en serpientes de luz que se enredan a mi cama. Mosaicos frescos a su paso me bordan soñándose en un telar iluminado, que será  camino en el paso certero junto a tu voz y su andar en mi cuerpo lleno de tu recuerdo. Tu aroma a mañana recién parida evoca la hora de tu partida y me señala el reloj de arena que consume mi propia vida. De pronto han sido tantos años, hoy no estás, pues partiste como aquella vez, sin despedirte. Te volví a buscar en la cocina de mi recuerdo, en los lápices de la mesa de trabajo que no existe más, en el mar lejano a donde fuimos. Hoy las olas en esa playa seguramente vendrán a tierra a buscarte, y desesperadas por no encontrarte, volverán a lo obscuro del mar de recuerdos que me dejas en la vida. La mesa que compartimos no tiene más flores nunca porque hoy las flores las llevas en tus manos para que te acompañen en la soledad del silencio donde, seguramente, cuando despiertes escucharás tu nombre de mi propia voz ahogada en la memoria de tu recuerdo y encontrarás este dolor que hoy me deja tu partida.


Alejandro Milton Weeb Joyner
Febrero 2014