jueves, 22 de agosto de 2013

Alejandro Milton Weeb Joyner


Dolor pausado de ausencias, manos congeladas por el frío de la distancia, corazón que late a ritmo lento, he vivido sin saberlo, de pronto apareces como un manantial de luz, cuando estoy ciego, he perdido mis ojos buscando los tuyos, la sonrisa es solo una forma del recuerdo, ¿Qué hacer con mis brazos, que solitarios te esperan dibujando paisajes con los colores que recuerdo siempre tus manos tienen, que falta hace tu voz, al silencio de este cuarto, donde los cuadros solo recuerdan que tú los pariste, las manos se pierden en tus formas y solo acarician el recuerdo de tu cintura en el restaurante que tanto nos gusta, al que nunca he vuelto, cuanta falta haces a la vida, y te persigo como niño agarrado a sus sueños en la ilusión del día venidero, ese que no existe en los calendarios, de pronto te encuentro en las estaciones del autobús, donde suelo pasar horas esperando verte bajar de alguno de tantos, y es inútil, tu no llegas, he leído los diarios letra por letra en tanto te espero, he bebido los cafés más horrendos que pueden existir, con la angustia del reloj que contiene tus tiempos, mi rostro, nuestras horas, y que conserva la medida exacta de tus pulsaciones que le dan vida, como quien recorre el velo de las salas viejas y llenas de polvo que me resguardan, y que en el fondo, me acaban dando vida, la misma que me da tu nombre entre mis labios, la espera aquella de todos los tiempos, la esperanza de verte, la certeza de amarte como nadie, no importa nada de lo padecido, si al final una sola sonrisa tuya, habrá de darme la vida, que tu ausencia se ha llevado.
AIMCWMJ

Mayo 2013