Eclipse
La sombra de los años de espera se desvanece, huye ante la magia de luz que entra por las venas del corazón dolido de ausencia, ese que ha sobrevivido recordando siempre que alguna vez latió cuando la luz de tus ojos, y tu iluminada sonrisa lo abrazaron en aquel remoto tiempo, en ese mundo desaparecido, en esa agonía larga, dentro de esa casa vieja que me vio crecer en la penumbra de la sombra infinita de tu ausencia, paisaje mortuorio donde tu recuerdo encendía la luz que relucía entre las obscuridades que paulatinamente fueron habitándome y terminaron por invadirme hasta dejarme ciego, olvidando por momentos que de tus manos había conocido el color, la imagen, la forma, cuando llegaste como un rio de luz del que a cada mirada tuya, hacía nacer un pez de colores distintos, y que saltaba alegre en el manantial de tu sonrisa, los paisajes se fueron descubriendo a tu paso, cuando los concebía tu imaginación y me los mostrabas en esa antigua mesa que teníamos. A tu llegada a esa casa, las paredes se iluminaban, se tornaban en mar profundo, la mesa se transformaba en una suerte de mapa donde podía imaginar todas las cosas que describías con esa pasión que solo da la posesión de la luz, esa que alguna vez me enseñaste formaba los colores, incluso la cualidad del negro que se formaba con todos los colores juntos de todas esa ciudades en movimiento acelerado, o en el desdén silencioso y violento de los tonos de los colores que tus ojos se llevaron entre tus manos cuando no volviste. La sombra silenciosa, aterradora vistió de noche los días, prolongo las madrugadas hasta hacerlas casi eternas, nunca llegó el amanecer en su lugar estaban las sombras cabalgando las horas tristes, las lágrimas difuminaron el mundo que estabas iluminando, la sal de los ojos termino por volverlo piedra, que después se convertiría en un panteón de estatuas de sal, la luz se ha marchado y sin embargo, después de cada lágrima quedaban destellos luminosos, como el recuerdo de tu sonrisa que abrigaba la certeza de que algún día el eclipse terminaría, cuando el viento trajera de nueva cuenta tu presencia, en el momento justo en se ahogara la sombra en los mares hechos de lágrimas, que hoy se vuelven luz con el simple hecho de pronunciar tu nombre, con un viento que al avanzar te llamará, con una palabra que volara hasta donde estuvieras, con ese perderse en tu mirada, con esa certeza que da tu presencia de luz en este el tiempo nuevo, en este eclipse de sombra muerto, que con su muerte se llevó todas mis obscuridades que se volvieron luz a tu regreso con las manos llenas de colores nuevos, y tiempos nuevos, con las imágenes que a partir de tu retorno han dado vida a la misma luminosidad, con las letras de todos mis tiempos que te pertenecen, esas que nacen de tus manos de luz que alumbran más que nada el mundo, con tu mirada que brilla y jamás deslumbra, el eclipse ahora solo es un recuerdo, hoy estás de vuelta, cercana, dentro de mí, en el mundo que habremos de formar partiendo de tus manos.
Alejandro Milton Weeb Joyner
AIMCWMJ
Agosto 6, 2012
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